¿Cómo crecer a tasas de 8% o 10% similar a las observadas en Corea del Sur, Malasia, Singapur y China durante periodos de 30 o 40 años? Creo que estamos en la antesala de un buen periodo de crecimiento porque llevamos el empuje luego de salir de la crisis y con vientos a favor de la economía mundial; y una buena combinación de políticas públicas, podemos dar un salto. El reto es encontrar esa combinación.
Magín J. Díaz (@magindiazrd)
La gran noticia del año recién concluido en materia económica es, sin dudas, el espectacular comportamiento de la actividad económica. Esto en parte fue un efecto rebote, pero también una importante recuperación luego de la caída experimentada en 2020. ¿Y si fuera solo rebote? Tampoco es malo. No muchas economías lo hicieron con la fuerza de la dominicana. De hecho, menos del 30% de las economías de ingreso medio (como la nuestra) han recuperado los niveles de ingreso per cápita previos a la pandemia. Y nosotros somos una de esas. Como bien han dicho los economistas Robert Barro y Xavier Sala i Martin: “el crecimiento económico es la parte de la macroeconomía que realmente importa.”
Para el país es un lujo que el distinguido académico Sala i Martin sea asesor del Gobierno. Uno de los grandes aportes de este economista catalán lo hizo a mediados de los años noventa, cuando en un trabajo que es un clásico en la materia, identificó las variables que más han influido en la tasa de crecimiento económico de largo plazo de los países.
El resultado se resume a continuación, utilizando la clasificación que presentó Sala i Martin:
Variables Regionales: África Sub Sahariana y América Latina (impacto negativo); Latitud Absoluta (mientras más lejos de la línea ecuatorial, mejor es para el crecimiento).
Variables Políticas: Los países con más libertades civiles, respeto a los derechos políticos y a la ley: crecen más. Los países que han tenido revoluciones, golpes de estado y guerras: crecen menos.
Variables Religiosas: Los países budistas, musulmanes y confucianos han crecido más; y los países protestantes o católicos han crecido menos.
Distorsiones de Mercado: Países con distorsiones en el mercado cambiario y mercados paralelos de divisas han crecido menos.
Inversión: La inversión en capital físico tiene un impacto positivo en el crecimiento.
Producción sector primario de la economía (sector agropecuario): los países cuyas exportaciones son mayoritariamente agropecuarias crecen menos; y aquellos que tienen un alto porcentaje de minería crecen más.
Apertura: los países con mayor apertura al comercio y que acumulan más años de libre comercio han crecido más.
Tipo de Organización Económica: países con mayor grado de capitalismo han tenido mejor desempeño económico.
Y, por último, los países que fueron colonias españolas han mostrado un menor crecimiento en el largo plazo.
Estos resultados son grandes promedios para decenas de países y en una muestra de tiempo determinado. No es que estén escritos en piedra. Porque si así fuera nosotros estuviéramos muy mal: somos mayoritariamente católicos, fuimos colonia española, somos un país caluroso (estamos cerca de la línea ecuatorial) y estamos ubicados en América Latina. Y todo eso ha sido históricamente una mala receta para el crecimiento económico.
Tampoco significa que no hay otras variables que impactan el crecimiento, como las de capital humano. Pero lo que sí se ha encontrado es que la inversión en educación primaria tiene un efecto positivo en el crecimiento de las economías en el largo plazo. Sin embargo, no se ha encontrado una relación importante con la inversión en educación secundaria o universitaria.
Lo que sí nos ha arrojado todo el avance en la literatura en los últimos treinta años es que hay condiciones necesarias para el crecimiento que en general han ayudado a los países: mayor apertura de la economía en términos comerciales, mayor grado de capitalismo, estabilidad política, seguridad jurídica y estabilidad macroeconómica, por citar algunas. Pero para no aburrirnos, hay países que tienen todo esto y no han crecido. Lo que sí podemos decir es que las economías que no han tenido estas condiciones han tenido un desempeño abismal.
Entre 1961 y 2019 crecimos a un promedio de 5.3%, una tasa alta si se compara con la de América Latina que fue de 3.5%. Y más importante aún: Hemos sostenido nuestro crecimiento a pesar de que la región no pudo hacerlo. En periodos más recientes crecimos a un ritmo de 5.6% anual mientras la región crecía a 1.3%.
Pero el reto debe ser otro. ¿Cómo crecer a tasas de 8% o 10% similar a las observadas en Corea del Sur, Malasia, Singapur y China durante periodos de 30 o 40 años? Creo que estamos en la antesala de un buen periodo de crecimiento porque llevamos el empuje luego de salir de la crisis y con vientos a favor de la economía mundial (control de pandemia, estabilización de precios internacionales y empuje de la economía norteamericana); y una buena combinación de políticas públicas, podemos dar un salto. El reto es encontrar esa combinación. Y eso no es fácil. Es casi como salir a buscar el santo grial.
Fuente: Diario Libre