Magín J. Díaz

Hipólito Mejía no esperaba que el pueblo dominicano se volcara a acompañarlo en el aciago momento de la pérdida de su querida compañera de vida. Pero así fue y Doña Rosa no merecía menos por su trayectoria, ni el Presidente Mejía tampoco, por la magnitud de su liderazgo y los aportes concretos que ha hecho al país.

Ahora que todos critican a los gobiernos anteriores y al actual, por no acometer una oleada de reformas estructurales, a muchos se les olvida que fue Hipólito Mejía quien en gran parte sentó las bases del sistema económico y social que hoy tenemos. Esto refleja su visión de largo plazo y de estadista que se colocaba por encima de las coyunturas.

Leyes que en su momento llevaban años en el Congreso por la cantidad de intereses encontrados, fueron aprobadas bajo su liderazgo. Él lo hizo pensando en las venideras generaciones. Al parecer, el costo político es para él un concepto extraño que no tiene cabida en su pensamiento.

El Gobierno de Mejía estuvo marcado por grandes reformas económicas y sociales, aparte de una descentralización del presupuesto nacional. Entre las leyes creadas en su periodo presidencial se destacan la de Seguridad Social, el Código Monetario y Financiero, Mercado de Valores, Electricidad, Comercio Electrónico, Ley de Policía, Medio Ambiente, Ley General de Salud, Ley de Seguros, Autonomía Presupuestaria y Administrativa a la Procuraduría General, Ministerio Público y la Cámara de Cuentas (ley 194-04). Además, la creación de la Provincia Santo Domingo y sus municipios y mayor partida presupuestaria para los ayuntamientos.

También la ley de fomento al desarrollo turístico y la del Defensor del Pueblo, figura hoy ampliamente aceptada por la sociedad dominicana. Bajo su liderazgo se inició la reforma de la administración financiera del Estado, precursora de la aprobación de nuevas leyes de presupuesto, de manejo de la deuda, tesorería y contraloría. Se puso orden en el manejo de la deuda pública y se inició la transición del país al financiamiento a través de los mercados internacionales de capitales, que es la forma de financiarse de los países desarrollados.

Al gobierno del Presidente Mejía le tocó negociar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, lo cual se logró en un tiempo récord. Del país no haberse apurado a negociar y ser parte de este acuerdo, las consecuencias negativas para la economía hubieran sido devastadoras. Y esto se logró a la vez que se consiguió un periodo razonable de protección a los productos más sensibles del campo dominicano.

No se trata solo de la cantidad de reformas, sino de la trascendencia de algunas de ellas, como las de Seguridad Social y el Código Monetario y Financiero. Todo eso lo hizo en el marco de un entorno internacional que se complicó con el ataque terrorista de septiembre del 2001 y una recesión de la economía de los Estados Unidos.

Muchos siguen hablando de la crisis bancaria y el manejo que se le dio a un asunto netamente privado, sin obviar sus aspectos sistémicos.  Al final, como dicen los cristianos, todo obra para bien, pues tras aquella coyuntura crítica, se produjo una reforma normativa y regulatoria que trajo consigo un sistema bancario más fuerte. ¿Qué pudo haber sido mejor gestionado el fenómeno en 2003? Claro que sí. Yo soy uno de los que opina eso. Probablemente muchos dominicanos piensan igual.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Pero es muy fácil verlo ahora desde afuera y luego del paso del tiempo.

¿Qué se pudo haber anticipado y que los reguladores debieron advertirlo? Es posible también. Pero lo mismo se le puede decir a los gigantes de la economía Alan Greenspan y Ben Bernanke, quienes no avistaron la crisis financiera del año 2008 en Estados Unidos.

Hipólito tuvo que cargar con esa cruz por mucho tiempo. Pese a las relaciones personales y a las colindancias -que todos tenemos en un país tan pequeño y aldeano, – lo importante es que él no se dejó arrodillar y el país hoy se lo reconoce.

El reconocimiento a Doña Rosa es un homenaje más que merecido a su trayectoria de vida discreta, pero centrada en propósitos que pudo alcanzar. Y la solidaridad con el Presidente Mejía refleja que el tiempo todo lo ajusta y permite interpretar las cosas en frío. A veces la transición parece lenta, pero al final las piezas encajan en su lugar. El Presidente Abinader ha hecho muy bien en darle el lugar que se merece y respetar un liderazgo natural,  de esos que ya casi no existen.

Fuente: Diario Libre

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