Probablemente el actual Gobierno sea el más pro-mercado de nuestra historia económica reciente. Y ante el panorama que se vive en América Latina esta visión puede dar grandes frutos al país en materia de atracción de la inversión extranjera.
Magín J. Díaz (@magindiazrd)
El giro a la izquierda es la noticia política de los últimos meses en América Latina. Y que un país lo haga no es tan relevante en principio. En términos económicos, más preocupante son los giros a los extremos, ya sean de izquierda o de derecha.
No es por casualidad que el distinguido economista Andrés Velasco dijo recientemente en una entrevista sobre las elecciones de Chile: “Los programas de los dos candidatos, tanto el de izquierda como el de derecha, son una receta perfecta para la frustración ciudadana”. Y es que no es lo mismo un giro a la izquierda de Cardoso o de Lula en Brasil, a la izquierda de Mujica o Tabaré en Uruguay; que un giro al Chavismo o la Nicaragua de Ortega.
En Perú ganó un candidato con un discurso marxista-leninista. En Colombia aventaja en las encuestas un aspirante de izquierda radical. El desempeño económico de Argentina y México ha sido mediocre con Gobiernos de discursos populistas y anti-mercados. En Chile acaba de ganar un candidato que promete un estado de bienestar similar al de los países nórdicos. Ni hablar de Centroamérica que también ha tenido un pobre desempeño en tiempos recientes, con contadas excepciones.
La gran inestabilidad política de la región, las promesas de destruir los modelos económicos existentes y, lo que es más preocupante, una cantidad de promesas costosísimas en materia económica, sin ningún sustento, han alertado a los inversionistas internacionales, quienes ven el futuro de la región incierto por decir lo menos. No es casualidad que América Latina sea la región del mundo de menor crecimiento económico proyectado este año de acuerdo al Fondo Monetario Internacional.
Todo esto jugará a favor nuestro. La razón es que los inversionistas buscan muchas cosas que tenemos y que otros países de la región han perdido, como la estabilidad política y macroeconómica; o simplemente políticas económicas racionales. Con altas y bajas, la democracia dominicana se ha consolidado; y en materia económica, las crisis han sido la excepción. En términos relativos nos vemos muy bien comparados con los países de la región. Eso no significa que no hay problemas. Los hay y muchos.
Pero las ventajas que ofrecemos son muy atractivas para una inversión extranjera que busca ante todo certidumbre política y económica. En términos económicos una cosa es lo que se pueda decir en campaña o en los discursos políticos, pero la realidad es muy clara: no han habido Gobiernos radicales en el país y parece no haber riesgo de que los habrá en el futuro cercano.
Lo que sí hemos tenido son Gobiernos conservadores en materia fiscal y monetaria. Digamos que lo que existe es una gran ideología de centro. ¿Se podría decir que el PRSC es la centro derecha y que PRD y PLD son más centro izquierda? Es posible. Pero, incluso, entre ellos se hace difícil diferenciarlos en el manejo económico.
¿Y el actual Gobierno? Tal vez se diga que como viene del PRD su filosofía es de centroizquierda o algo así, aunque no hay evidencia de ello. Lo que sí se puede decir es que ha sido pragmático y ha seguido las políticas monetarias y fiscales que se aplican desde hace años, pero con una visión más empresarial y pro-mercado. Probablemente sea el Gobierno más pro-mercado de nuestra historia económica reciente. Y ante el panorama que se vive en América Latina esta visión puede darle grandes frutos al país en materia de atracción de la inversión extranjera, posicionamiento frente a las agencias calificadoras de riesgo y un mejor acceso a los mercados de capitales internacionales.
Esto no significa que el Gobierno sea indiferente a los problemas sociales. Lo que va a hacer es romper el mito de que si usted cree en las políticas de mercado eso es incompatible con una política social justa. Si no tiene éxito en este sentido, no será por tener una visión pro-mercado. Va a ser porque con una presión tributaria baja y una restricción presupuestaria tan rígida, no tendrá los recursos en el corto plazo para enfrentar de manera ambiciosa la deuda social del país. Tendrá en este sentido que ponerse metas más modestas.
El país puede aprovechar este giro al radicalismo en manejo económico que ha dado la región para posicionarse aún más como un destino atractivo y confiable para la inversión. Esto ayudará a la transferencia de tecnología, a la creación de empleos de calidad, presionará para mejorar la formación de nuestros recursos humanos y muchísimos beneficios más que contribuirán a un mayor crecimiento y desarrollo de nuestra economía. Las condiciones están dadas.
Fuente: Diario Libre