Dos de los principales bancos de inversión del mundo, Morgan Stanley y Goldman Sachs, acaban de revisar sus pronósticos del precio de petróleo para el resto del año. Y ambos ven el precio del petróleo en un rango de entre 130 y 150 dólares en los próximos meses.
Magín J. Díaz
En su discurso del pasado 7 de marzo, el Presidente Abinader se comprometió a mantener congelados los precios de los combustibles mientras se mantuviera el precio internacional del petróleo por debajo del umbral de 115 dólares. A partir de ese precio se iniciaría el traspaso parcial a los precios internos. Y durante tres meses los consumidores han tenido suerte: el precio se ha mantenido por debajo de ese umbral. La contraparte de esta “tranquilidad” dada a los consumidores ha sido un gasto del Gobierno en subsidio a los combustibles superior a los 1,100 millones de pesos semanales.
El problema es que desde hace unos días el precio del crudo se ha colocado (aunque de manera intermitente) por encima de los 115 dólares el barril. Estas son malas noticias para el consumidor y peores para el Gobierno, porque de seguro tendrá que seguir subsidiando los combustibles, a la vez que deberá lidiar con la molestia de la gente en la medida en que se vaya traspasando parte de este aumento. Pero el Gobierno tiene al menos dos razones poderosas para hacerlo: i) el monto del subsidio es una presión grande a las cuentas públicas; ii) Los precios tienen que funcionar como una señal para que disminuya el consumo.
Pero ahí no paran las malas noticias. Dos de los principales bancos de inversión del mundo, Morgan Stanley y Goldman Sachs acaban de revisar sus pronósticos del precio de petróleo para el resto del año. Y ambos ven el precio del petróleo en un rango de entre 130 y 150 dólares en los próximos meses.
Este no es un tema financiero o de especulación de los mercados. Es de oferta y demanda: simplemente no hay capacidad en el corto plazo para suplir la demanda mundial. En este caso el ajuste lo hacen los precios a través de lo que se conoce como destrucción de demanda: el precio tiene que aumentar lo necesario para equilibrar la demanda mundial con la oferta. No es por casualidad que el distinguido economista Arnold Harberger decía que la única ley que no se puede derogar es la ley de la oferta y la demanda.
Ahora no solo es el problema de la guerra o del aumento de la demanda que ha habido luego que se levantaran las restricciones del Covid. La cuestión es que la oferta no ha aumentado al mismo ritmo, los inventarios están en sus niveles más bajos en mucho tiempo y el aumento de precios no ha incentivado las grandes inversiones de capital que se requieren para aumentar la cantidad de barriles disponibles en el mercado, no solo de crudo sino de productos refinados.
A pesar de que la economía dominicana se ha diversificado, nuestra dependencia del petróleo (y sus derivados) es inmensa y un aumento de los precios a nivel internacional impacta de manera directa no solo en el costo de los combustibles, sino también en la mayoría de los sectores productivos del país. Y ni hablar del transporte, que afecta de manera transversal a toda la economía.
También impacta o condiciona la política monetaria que tiene que tratar de controlar la inflación a través del aumento de la tasa de interés. Además, influye en el mercado cambiario, porque se necesitan más dólares para importar la misma cantidad de petróleo. No escapan a ese impacto la balanza comercial ni la cuenta corriente de la Balanza de Pagos. La factura petrolera probablemente se incremente en 1% del PIB este año (unos 1,000 millones de dólares) por el aumento de los precios.
En resumen, la posibilidad de que tengamos que vivir el resto del año con precios altos del petróleo es real. El Gobierno ya debe estar preparándose para eso. Pero también la población en general debe hacerlo.
Muchas cosas pueden pasar para evitar estos pronósticos. La semana pasada, por ejemplo, el Presidente Biden, tal vez en un acto de desesperación, envió una carta a las siete empresas petroleras más grandes en las que les conmina a aumentar la producción y bajar los precios; y de paso las acusa de estar teniendo ganancias extraordinarias en esta coyuntura. También puede ocurrir una desaceleración importante de la economía norteamericana que incida en una menor demanda por el petróleo y sus derivados. O bien que los Estados Unidos lleguen a un acuerdo con Arabia Saudita para que ese país aumente su producción.
Lo que sí es seguro es que pasaremos esta crisis como sorteamos con éxito la del 2008 en que el precio del petróleo (ajustado por inflación) llegó a estar a 185 dólares, un 40% más alto de lo que hemos visto en estos meses.
Fuente: Diario Libre