El Gobierno está haciendo de tripas corazón para mantener un déficit razonable dada la coyuntura. A pesar de esto, los ingresos totales no dan para cubrir los gastos corrientes. El Gasto público ahora es más alto que antes y está claro que no va a bajar a pesar de todo el esfuerzo que se hace para eficientizarlo y evitar el dispendio.

Magín J. Díaz

Cada año se arma tremenda alaraca cuando el Gobierno envía al Congreso un proyecto de modificación presupuestaria. Es lo que ha pasado en estas semanas.

En realidad, este es un trámite normal porque son muchas cosas las que cambian entre el momento en que se formula el Presupuesto Anual (entre julio y septiembre del año anterior) y las condiciones de la economía, las prioridades de gasto o bien las estimaciones de los ingresos del Gobierno en el transcurso del año corriente. Por lo general los Gobiernos envían al menos una modificación presupuestaria durante el año. Pero nada impide que puedan tramitar más, como de hecho ha ocurrido en el pasado.

Veamos algunos puntos que resultan del análisis de este proyecto de modificación presupuestaria:

  1. Es interesante notar que las condiciones macroeconómicas han cambiado mucho desde el año pasado, pero lo que se infiere de los datos contenidos en el proyecto es que se sigue utilizando el mismo marco del presupuesto original. Esto resulta curioso, sobre todo porque el mismo Gobierno actualizó sus estimaciones de crecimiento e inflación el pasado mes de junio y ahora más recientemente en agosto.
  2. Sobre el déficit: este aumenta de 3.0% a 3.2% del PIB. Nada relevante hasta aquí. Pero hay que considerar que la estimación de ingresos incluye adelantos de impuestos por 0.4% del PIB. Si queremos tener una idea del problema estructural de las finanzas públicas, el déficit sin esos adelantos es de 3.6% del PIB.
  3. Y sería aún más alto si se utiliza la estimación más reciente del crecimiento que acaba de publicar el Gobierno.
  4. La estimación de ingresos totales del Gobierno, que incluye adelantos de impuestos, transferencias de instituciones descentralizadas y autónomas; y otros ingresos no tributarios, alcanzaría un nivel de 15.8% del PIB. Este monto podría parecer alto, pero lo importante es analizar en términos relativos y al hacerlo nos damos cuenta de que por cuarto año consecutivo los ingresos totales del Gobierno no van a alcanzar para cubrir los gastos corrientes (que en 2023 se proyectan en 16.2% del PIB). Esto es un legado del COVID.
  5. Se está aumentando el Gasto de Capital de 2.3% a 2.8% del PIB como una forma de ayudar a dinamizar la actividad económica a través de un impulso fiscal.
  6. El gasto total alcanzaría un nivel de 19.0% del PIB. Este monto es superior en más de 1% del PIB al gasto total promedio del periodo 2013-2019.
  7. Lo mismo ocurre con el gasto primario (excluyendo intereses), el cual alcanzaría un nivel cercano al 15.7% del PIB, cifra que también es mayor al promedio observado previo al COVID, en al menos 1% del PIB.

Lo que esto significa es que luego del COVID y de la crisis internacional de Precios de alimentos y energía, nos hemos quedado de manera permanente con un nivel de gasto más alto. Es muy difícil políticamente desmontar todos los programas y subsidios que se dan en medio de una crisis. Algo similar ocurrió luego de la crisis del 2008.

  1. El artículo 11 del proyecto llama la atención. Básicamente el Gobierno (de forma correcta) pide autorización al Congreso para imputar gasto al ejercicio fiscal 2023 que corresponden al año anterior y “cuyo trámite fue interrumpido por el debido cumplimiento de los procesos y regularización de la etapa de cierre del año 2022.” En otras palabras, al momento del cierre presupuestario del año anterior quedó un gasto volando que no fue registrado en 2022 y que ahora el Gobierno quiere registrar este año.
  2. Este presupuesto es compatible con la estabilidad macroeconómica. Que el déficit sea 3.2% del PIB o que llegue en un escenario pesimista a 4.0% (como plantea un informe reciente del Bank of America) no implica un problema para la economía dominicana en el corto plazo. Simplemente el Gobierno tendría que buscar más financiamiento. Y tiene la credibilidad para hacerlo.
  3. Pero lo que sí refleja es el problema estructural: el Gobierno está haciendo de tripas corazón para mantener un déficit razonable dada la coyuntura. A pesar de esto, los ingresos totales no dan para cubrir los gastos corrientes. El Gasto público ahora es más alto que antes y está claro que no va a bajar a pesar de todo el esfuerzo que se hace para eficientizarlo y evitar el dispendio.

En palabras del Presidente: “Hemos ahorrado y arañado para hacer las obras que necesita el pueblo.” Estamos en un callejón fiscal cuya única salida será…

 

Fuente: Diario Libre

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